El respeto al derecho ajeno es la paz. Reconocer el valor y los derechos individuales de los demás es lo que nos hace ganar el respeto hacia ellos. El respeto comienza en la propia persona. El estado original del respeto está basado en el reconocimiento del propio ser como una entidad única, una fuerza vital interior, un ser espiritual, un alma. Por eso es muy importante saber “quién soy” para reconocer mi entereza e integridad interior y elevar mi autorrespeto. Si yo no me respeto, ¿cómo podré respetar a los demás?
Muchas veces se generan conflictos entre amigos y familiares por una simple falta de respeto. El otro es un ser único e importante igual que tú. Podrá tener defectos igual y quizá más que tú, pero igual que tú merece que se le trate con respeto. Dígale la verdad a quien sea, no importa el rango, jerarquía, posición económica, política o social y si es de frente mucho mejor, pero dígaselo con respeto. Algunos confunden la guapeza con el irrespeto, pero están equivocados.
No se nace con respeto, ni se tiene respeto, el respeto se gana con las actuaciones del día a día. No puede pretender un gobernante, un funcionario, un líder comunitario, un religioso, o un padre de familia, pensar que le van a guardar respeto las mismas personas que este irrespeta una y otra vez. El respeto se asume con acciones ejemplares desde la familia y la colectividad, no solo con charlas extensas ni consejos vacíos. No hagas a nadie lo que no te gusta que te hagan y siempre serás respetado.
Practica el respeto por los demás, no importa que sea morenito, pobrecito, harapiento, con problemas mentales o físico, también ellos son seres humanos que merecen vivir en un ambiente de amistad y concordia. Cada uno con sus diferencias, pero a cada cual con su respeto debido. Respeta a tus hijos y a tu pareja, para que puedas recibir lo mismo de parte de ellos. No le pidas responsabilidad, no le pidas ser modelos sociales, si tú haces todo lo contrario. Cada vez que pienses irrespetar a alguien, ponte en su lugar, y verás…
El funcionario, el gobernante, el líder comunitario o religioso, el padre o madre de familia que incumple lo que promete, que miente, que engaña, que comete acciones inmorales, no tiene calidad moral para pedir que lo respeten. Respetar no quiere decir avasallarnos, arrodillarnos, tumbarle polvo a los demás. No. Usted puede decirle la verdad a quien sea, incluyendo a sus padres y lejos de irrespetarlos, le está haciendo el favor de recordarle su compromiso con los principios y valores establecidos en la sociedad.
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