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viernes, 25 de noviembre de 2011

EL VALOR DE LA DIGNIDAD


Ser una persona digna es tener suficiente fortaleza, suficiente coraza moral para enfrentar las tentaciones que el bajo mundo le ofrece a cada ser humano. La persona que practica la dignidad humana es aquella que se respeta en un alto grado e inspira respeto a quienes le rodean. Es la persona que posee una fortaleza moral tan alta, que resulta insobornable. El ser humano digno es aquel que inspira confianza, respeto, confianza, coherencia. Nadie duda de una persona con alto grado de dignidad, pues estamos seguros que jamás traicionará sus principios, ni quedará mal a los demás. Pero aún así, hay personas que se ha optado por recibir prebendas, cuantiosas sumas de dinero y cosas materiales, a cambio de mancillar su dignidad.
Pese a todo el desastre que se ve en el ambiente. Pese al mercado de pulgas que vemos en la politiquería barata, en el que jóvenes y adultos que exhibieron sobrada inteligencia y preparación profesional, se compran y se venden como huevos de gallina. Que hoy están de este lado y mañana de aquel. Que perdieron sus principios, empeñaron su dignidad y hoy no son más que basuras sociales, en términos morales. Pese a ese festival de artículos del ventorrillo politiquero, son más las personas que mantienen inquebrantable su dignidad. La vida es algo muy valioso y altamente importante para el ser que la tiene y el conglomerado social para el que forma parte, siempre y cuando se tenga una vida limpia y transparente.
En el mundo actual pareciera no existir la dignidad humana. La gente no confía en nadie, cree que todos son capaces de venderse al mejor postor. Pocos creen que aun hay personas que son capaces de sacrificarse por los demás a cambio de nada particular. Resulta que como tantos hay perdido su dignidad humana, han encontrado su consuelo desconfiando de todos los demás. Y resulta que si existen muchos seres humanos en la sociedad que ponen en práctica la dignidad humana. Que son incorruptibles, insobornables, coherentes y altamente confiables.
¿Cuántas veces tus padres o abuelos no empeñaron su palabra y la mantuvieron hasta el final, sin importar que las circunstancias y el tiempo cambiara todo el ambiente en el que se hizo el compromiso? Pero la dignidad humana, esa fuerza interior que mantienen en alto tu valor de ser humano, te impulsa a quedar bien ante la sociedad. A ser tú, a partirte en dos si es preciso antes que flaquear ante la patria, la sociedad, el vecindario o tu familia. No puede haber nada material ni sacos de dinero que esté por encima de tu dignidad humana. Todo lo contrario se siente cuando la persona mancha su dignidad, no importa el precio que le ponga. Pues vive como un muerto. Con un gran peso de conciencia que le molesta como si arrastrara unas botas de acero. Y sobre todo cuando está consciente de su equivocación y lo hace por conveniencia particular.



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