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viernes, 19 de octubre de 2012

VALENTÍA, VALOR HUMANO


El valor que forja familias, empresas y naciones diferentes es la valentía. Es el valor universal que nos enseña a defender aquello que vale la pena, a dominar nuestros miedos y a sobreponernos en la adversidad. Sin la valentía, en los momentos difíciles nuestras vidas podrían irse a la deriva, sin embargo la fortaleza interior conducida por una conciencia recta, pueden llevarnos más lejos de lo que podríamos imaginar. La República Dominicana necesita ahora más que nunca de personas que practiquen el valor de la valentía. Sea valiente, asuma con responsabilidad y gallardía el papel que le tocó jugar en este mundo.
  

Ser valiente no es sencillo. Para serlo hay que afrontar las consecuencias de nuestros actos, los productos de nuestros errores. El niño que admite ante sus padres que fue él quien rompió la ventana del vecino, el empleado que reconoce el no haber hecho su trabajo como era debido, el padre de familia que acepta ante sus hijos que debería haber pasado más tiempo con ellos son ejemplos que, por desgracia, a veces no son tan comunes: son ejemplos de personas que han tenido la fuerza de aceptar su error y de afrontar sus consecuencias. Por norma nos gusta mentir para quedar bien. Pero usted y yo sabemos que lo correcto es ser transparentes. Por eso sea valiente, asuma con responsabilidad y gallardía el papel que le tocó jugar en este mundo.
  
La vida misma no es sencilla y puede ser, en ocasiones, sorprendentemente dura: La muerte de un ser querido, una enfermedad, la ruina de un negocio son ejemplos de momentos tremendamente difíciles. La valentía es la diferencia entre hundirse o seguir nadando. Creo que siempre hay razones para seguir nadando. Nadie quiere hundirse, no importa los abusos, el derroche, el robo, las injusticias de un paquetazo económico sobre nuestras costillas. A luchar con todas nuestras energías para defender nuestro derecho a vivir. Pero primero sea valiente, asuma con responsabilidad y gallardía el papel que le tocó jugar en este mundo.
 
La valentía también tiene que ver directamente con defender lo que sabemos que es correcto. La conciencia con frecuencia nos indica que se está cometiendo una injusticia, o que se está violentando algún derecho. En esos momentos, es necesaria una posición concreta y firme para actuar como es debido y para defender lo que está bien. Una persona que defiende al débil, que admite sus errores, que afronta las consecuencias de sus actos, que no calla cuando sabe que algo está mal, puede estar asumiendo riesgos, pero también está creando una diferencia real en su vida y en el mundo que le rodea. Está tocando el corazón del humillado y con ello generando un vínculo de amor fraterno. Por eso sea valiente, asuma con responsabilidad y gallardía el papel que le tocó jugar en este mundo.
  
Nuestro pueblo está dominado por la cobardía. Nos han educado para eso. Estamos prejuiciados por el miedo. ¡Qué triste es aquel muchacho que no se atreve a decirle a la chica que le gusta por miedo a que ella le rechace! La valentía es afrontar riesgos, vencer miedos. Hay que romper esquemas, romper barreras, echar el pleito por el bien de los demás y con ello el bienestar nuestro. Lo cierto es que el ejército de los cobardes ha engrandecido a los perversos, aún siendo ellos la minoría en esta sociedad. El valiente encontrará al final del camino la corona de la victoria. La cobardía nunca ha generado algo que valga la pena, pero la valentía ha forjado patrias, empresas, comunidades, familias. Por lo tanto sea valiente, asuma con responsabilidad y gallardía el papel que le tocó jugar en este mundo.

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