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viernes, 7 de septiembre de 2012

PACIENCIA, VALOR HUMANO


La vida en la actualidad corre aceleradamente. Todo ocurre en bola de humo. Niños que los vimos ayer, ya son jóvenes y adultos. El tiempo pasa rápido. Se nos va de las manos como el agua. Cultivar el valor de la paciencia nos ayuda a evitar incluso muchas enfermedades. Nos ayuda a pensar mejor, a oxigenar nuestro cerebro para que actúe mucho mejor y genere la respuesta que esperamos.
Tratar con personas exige paciencia. El roce con los demás provoca que en algún momento puedan surgir malos entendidos y conflictos. Pero si pensamos fríamente, con calma, con paciencia pudiéramos evitar muchos dolores de cabeza. Los accidentes, los conflictos, los errores y otros problemas muchas veces son fruto de nuestra precipitación al opinar o al actuar. Paciencia para evitar todo esto.
No se deje provocar por los impacientes. Responda cuando encuentre la respuesta adecuada. No es que se haga de la vista gorda ante sus obligaciones, pero hágalo con paciencia. No actúe al ritmo que los demás le impongan. La vida es una sola y no podemos derrocharla en cuestión de minutos, segundos u horas. Vívala intensamente. Actúe con paciencia. Piense, reflexione, trabaje, responda con paciencia.
La gran obra de redención social que este pueblo está esperando solo es posible lograrla con mucha paciencia. Trabajar, luchar, insistir permanentemente, pero sin acelerarnos. No hay que adelantarse a los acontecimientos. Esperar que la fruta madure para morderla. Todo llega a su momento, pero ese momento no llega solo. Empujar el sol para que amanezca, pero esperar que amanezca.  
Practicar el valor de la paciencia es tolerar, comprender y soportar los contratiempos y las adversidades con suficiente fortaleza. Pero jamás debemos confundir la paciencia con la indiferencia e insensibilidad. Pero lo cierto es que no prever las posibilidades de éxito, sacrificio y tiempo antes de emprender la meta, no es más que impaciencia. En fin la vida es una y hay que vivirla con entusiasmo, plena y pacientemente, sin descuidar el camino emprendido. 

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