La atención a los envejecientes y en general a las personas
discapacitadas, debe ser una prioridad para cualquier autoridad que piense en
los más humildes.
El hogar San Antonio de San José de Ocoa, institución que ha
brindado un servicio extraordinario durante varias décadas, a esas personas marginadas, desamparadas y
muchas veces olvidadas por sus familiares (aunque muchas veces ni familia
tienen), ha sido olvidado por las autoridades.
Es lamentable que el único centro de albergue y atención a envejecientes
y discapacitados, que se ha apoyado principalmente en donaciones, rifas y otras
actividades. Es muy lamentable que en esa edificación llueva adentro y escampe
afuera.
De nada valieron las incesantes gestiones de los incumbentes
del Hogar San Antonio, pues las autoridades nunca tuvieron tiempo para
dedicarse a gestionar o a planificar acciones para que esta situación sea
resuelta.
Quién garantiza seguridad, tranquilidad, sociego, paz,
higiene, a una persona que por la razón que sea, termina en un centro de esta
categoría y que debido a la dejadez de las autoridades, tiene una gran
filtración en el techo, cada vez más creciente.
No hay que ser ingeniero para darse cuenta que la humedad
producto de la filtración del techo, va deteriorando la infraestructura de la
obra y pone cada vez más en riesgo la vida de estos humildes seres humanos que
allí se albergan.
Es hora de corregir lo que está mal, sobretodo de los que más
sufren. ¿O estaremos esperando que le caiga el edificio encima, para después
enviar flores y condolencias a los familiares?
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