Con la muerte de Mario Ernesto Lara Villalona, no solo se nos
va un gran ser humano. No solo hemos perdido un gran hombre. Junto con él se
nos va un legado de servicio, carisma, respeto y ejemplo de trabajo.
Se nos están yendo nuestros grandes hombres y mujeres. Nos
estamos quedando huérfanos de ideales, de vocación de servicio, de ejemplos a
seguir.
¿Qué va a pasar entonces con las nuevas generaciones?
¿Cuál es el Norte que ellos deberían seguir?
Si partimos de la realidad nuestra, donde los supuestos
“líderes” que nos meten hasta en la sopa, a través de los medios de
comunicación, son los que más ejemplos de perversión nos dan, qué podemos
esperar de las generaciones futuras.
Soy partidario que empecemos a rescatar nuestra memoria
histórica, nuestro legado cultural, que al menos rescatemos los personajes que
dieron ejemplos de dignidad, de trabajo, de honestidad.
Propongo que se habilite un espacio, sea una plaza o un lugar
cualquiera, con la solemnidad necesaria, para colocar bustos, tarjas, recuerdos,
memorias de estos personajes que se han sembrado en el corazón de la gente por
sus hechos.
Creo que el Ayuntamiento y la Gobernación deberían
protagonizar un proyecto con estos fines. Porque señores, no contamos con un
lugar de esparcimiento, de reflexión sana, que nos conecte con los más sanos
valores y principios, al que podamos ir de paseo con la familia y pasar un rato
sano, sin bebidas, ni cigarrillos, ni ruido. Un lugar en el que haya un
referente importante y sano para conversar.
No podemos pedirle a las nuevas generaciones más de lo que le
estamos dando. Están siendo obligados a repetir toda la basura de perversión,
delincuencia, criminalidad, drogadicción y demás malos ejemplos que le
mostramos las 24 horas del día.
Ojalá este humilde planteamiento pronto deje de ser una
simple propuesta.
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