La cultura del maltrato, el castigo y el sufrimiento está presente en casi todas las esferas de la sociedad. En nuestra República Dominicana el Estado ha hecho un hábito del castigo.
El pueblo demanda la aplicación de las leyes, pero la misma ley debe aplicarse con la intención de regenerar, no exclusivamente con la intención de castigar.
Está demostrado que las leyes más duras, los castigos más severos en toda la historia no han conseguido lograr otra cosa que no sea mayor rebeldía, desobediencia y violencia.
La noticia que circula en este país actualmente es que el Consejo Superior Penitenciario planifica el traslado de l, 200 internos desde el tradicional al nuevo esquema carcelario, ya que existen l, 600 plazas sin uso. El objetivo es evitar un desastre que podría ser inminente.
Diecisiete de las 40 cárceles de la nación se encuentran técnicamente cerradas, o sea que no pueden aceptar más internos por sobrepoblación.
De estas 17, la que en mejor estado está tiene un exceso de 60 reclusos. Del lado opuesto, La Victoria rompe el record con más de 5 mil 400 presos, para un espacio de sólo dos mil.
¿Puede en este escenario rehabilitarse hombres y mujeres?
En condiciones deplorables, con un reducido espacio y abarrotadas de reos, casi apiñados como sardinas, operan la mayoría de las correccionales del país.
Lejos de regenerar nuestros hombres y mujeres, en su inmensa mayoría jóvenes, nuestras cárceles se han convertido en escuelas de delincuentes y criminales.
En el interior de las propias cárceles operan bandas de delincuentes, que muchas veces dirigen operaciones criminales, de narcotráfico y delincuenciales en cualquier lugar del país.
Si una persona es condenada a prisión, incluso siendo inocente o por un delito menor, sale de la cárcel con mayores habilidades en el aspecto criminal y delincuencial y muchas veces, si antes actuaba de manera aislada y espontánea, a partir de allí cuenta con un equipo organizado, armado, entrenado y con complicidad en los organismos de seguridad estatal.
El sistema carcelario nacional es un rotundo fracaso. Hay que empezar a trabajar por un cambio social, que también incluya un cambio en el modelo penitenciario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario