Nuestra
existencia entera reposa en la verdad. Las relaciones entre las personas, las
formas de la sociedad, el ordenamiento de la sociedad, toda la obra humana en
sus incontables formas, toda ella descansa en la verdad. No creo que la verdad
sea relativa. Entiendo que la verdad es absoluta, aunque por respeto a las
opiniones ajenas, estemos dispuestos a escuchar versiones que no se
corresponden con la verdad. Tampoco existe media verdad o verdad a medias. La verdad
es una sola aunque el tiempo pase.
El valor de la verdad nos impulsa a actuar permanentemente
apegados a ella. No podemos hacer un planteamiento hoy y más adelante aparecer
con una posición totalmente contraria. Eso además de ser incorrecto, es una
gran irresponsabilidad. Ser veraz es decir la verdad hoy, mañana y siempre, por
los siglos de los siglos. En estos momentos la patria y el mundo necesita de
personas que practiquen la verdad, pues esto trae un aire de tranquilidad y sosiego
en los demás y fortalece las relaciones de amistad.
Hay
que tener bien clara una cosa, la verdad no sólo es teoría, sino que también es
acción. Porque resulta que también se puede mentir con acciones, actitudes y
gestos. Hemos visto a muchos plantear y defender posiciones de manera muy
radical, teóricamente, sin embargo, a la hora de la verdad, de llevar esa
teoría a la práctica, hay una gran confrontación. Es hora de forjar en la
familia y organizaciones sociales, el valor de la verdad.
Debemos
tener claro que la verdad no se dice en el espacio vacío, sino que el que habla
debe darse cuenta lo que causa en otro. El que dice ser abanderado de la
verdad, debe tener suficiente valor para asumir las consecuencias. Por eso las
grandes tribunas de nuestros países están repletas de cobardes, porque no todos
asumen con gallardía las consecuencias de sus planteamientos. Entonces, como no
tienen la valentía para enfrentar las consecuencias, hablan mentiras o callan
las verdades.
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