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domingo, 21 de agosto de 2016

Seriedad


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La seriedad no es más que veracidad, responsabilidad, rigurosidad en las acciones y modos de proceder. Las personas que practican el valor de la seriedad actúan con sinceridad y no son capaces de de engañar. Se caracterizan por ser sanos, confiables, responsables en sus acciones y en el cumplimiento de su deber. Nuestra sociedad requiere urgente la intervención de personas que practiquen la seriedad en todos los escenarios en que nos desenvolvemos.

La persona seria trata de ser exacta y puntual. Es la persona que busca el barrio o la comunidad para mediar, para resolver o simplemente para escuchar su opinión ante una situación conflictiva o compleja que se presenta. Se hace necesario que en nuestras comunidades renazca el valor de la seriedad en la juventud, en los mayores. Ante la situación en que se desenvuelve la sociedad, es una necesidad imperiosa que los mayores muestren ejemplos de seriedad a las nuevas generaciones.

La credibilidad, la confianza en las instituciones, no es algo que aparece por casualidad, ni se hereda; es algo que se cultiva con carácter y responsabilidad. No es la institución la que pierde o gana confianza, es la persona que está al frente de ella. Con más razón entonces para que pongamos mucho más cuidado a la persona que va a estar a cargo de la misma. Si queremos personas serias en el medio social en que nos desenvolvemos, basta con que actuemos con seriedad.

La gente seria es incapaz de comulgar con el modelo mercantilista que nos venden los poderosos. La primera característica de un ricachón es ser desleal, charlatán, sin concepto, egoísta y desconsiderado. Las personas serias tienen que romper con ese paradigma. Porque las personas que practican la seriedad tienen dignidad y pudor. Se esfuerzan por quedar bien y le molesta la irresponsabilidad de los demás.


Las personas serias no engañan, no macutean, no apoyan lo incorrecto. Las personas serias no apoyan la sinvergüencería. Al interior de los partidos políticos, de las organizaciones comunitarias y las instituciones públicas o privadas, se da permanentemente una lucha entre las personas serias y los charlatanes. Entre los que luchan por el bien común y los oportunistas; entre los responsables y honestos y los corruptos y descarados. Yo creo que la juventud y toda la sociedad debe estar del lado de la seriedad, pase lo que pase.

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