La Historia de la Humanidad está llena de rebeldía.
Ser rebelde es tener valor y capacidad
de romper los moldes establecidos y abrir las fronteras de la ciencia, del
arte, del pensamiento y de la vida. Desde el primer artista que decoró las
cuevas de Altamira hasta los más grandes inventores. Todos han ido más allá de los
establecido y conocido hasta el momento. Tarde o temprano todo el mundo se
rebela, sea contra la subida del alquiler, de las tarifas del transporte
público, de las facturas de la universidad, sea contra la falta de comprensión
en casa o la falta de oportunidades para la gente joven y creativa.
Ser rebelde es no conformarse con lo que hay,
con explicaciones vagas y sin fundamento. Es exigir lo que corresponde en un
momento dado. Es hacer un ejercicio profundo de la crítica y asumir un estilo
de vida que va más allá de las reglas establecidas. Los rebeldes inventan,
buscan, investigan, escudriñan; siempre creen que otras respuestas son posibles
y no solo se contentan con exponerla o plantearla, sino que la llevan a la
práctica a toda costa.
Debemos desarrollar en nuestro interior el
valor de la rebeldía, pues la única forma de encausar el desarrollo de las
sociedades. Es una forma de rechazar todo lo que es mediocridad, pasatiempo
permanente. El rebelde tiene su propio carácter y una personalidad muy bien
definida. Frente a las personas rebeldes los demás deben cuidarse de hablar
mentiras, con hipocresía o con rodeos, al rebelde hay que convencerlo con datos
reales. El rebelde jamás tiene miedo a nada ni a nadie. Solo cree en que es posible
conquistar su sueño y por eso lucha permanentemente.
La fuerza de la rebeldía siempre debe ser
empleada para causas nobles, altruistas; para servirle a las mayorías cuando
son afectadas por las decisiones o acciones de grupúsculos que se amparan en el
oportunismo. Todos los cambios que ha experimentado la humanidad hasta nuestros
días, son fruto de la acción de las personas rebeldes. Si la historia de la
humanidad no hubiese contado con personas rebeldes, posiblemente estuviéramos
todavía en la Edad de Piedra. Solo los rebeldes generan cambios importantes en
las sociedades.
El rebelde se resiste a seguir un patrón
impuesto, a menos que tenga la certeza que marcha por el camino correcto. Es
muy difícil que la persona rebelde siga el camino de la mayoría, o el que le
indican los que tienen el poder de decisión. Generalmente sigue la trayectoria
que conduce a resultados mucho más exitosos que los ya probados. El rebelde
busca en lo que todos creen imposible, lo posible. Es la persona más optimista
y realista. Aunque nadie ha demostrado su planteamiento, sigue firme y lleno de
esperanza hacia la meta señalada.
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