Cuando yo estaba pequeñito (eso no fue ayer), yo salía de la escuela o venía de la calle sudado y con mucha sed de jugar con mis amigos, me pegaba de la llave a beber directamente hasta que saciaba mi sed, porque siempre había agua. Un servicio eficiente y a un costo razonable para las familias de la época.
Hasta hace poco tiempo (diez o quince años), eran escasas las personas que pagaban más de cien pesos por el servicio del agua en Ocoa.
No hay que detenerse en el tiempo. Hay que saber que los gastos en que incurre INAPA en la actualidad son distintos a los de años atrás. Hay más burocracia, una nómina más abultada, hay que dar mantenimiento y combustibles a las bombas y vehículos...
INAPA es una industria sin chimenea, no hay que disponer de capital para la compra de materia prima para elaborar un producto final. Se hace una sola inversión y ya. ¿Cuánto hace que se instaló toda esa tubería en Ocoa?
Si INAPA fuera más eficiente en el cobro de la tarifa, ¿cuál fuera el monto de sus ingresos? Tan solo cinco mil familias con una tarifa de doscientos pesos, es un millón de pesos al mes. ¿Cuántas familias viven en Ocoa? INAPA pretende hacer su agosto en cada mes del año a costa del sufrimiento de los pocos que pagan el agua.
Cuando el servicio es más precario, la tarifa es más alta. La eficiencia de una institución no debe medirse por la cantidad de dinero que reporta, sino por la calidad del servicio que brinda. Ahora todos, incluso los gobiernos, quieren demostrar eficiencia estrangulando al pueblo con cargas impositivas y subiendo la tarifa de los servicios. Es precisamente por lo cara de la factura que el pueblo se opone a la privatización de los servicios. Y si las instituciones públicas también se van a sumar al festín, no queda otro camino más que la protesta.
Solo un pueblo demasiado ignorante, muy masoquista o demasiado cobarde, puede aguantar pasivamente este abusivo y desproporcionado aumento en la tarifa del agua.
Ocoa, ¡Despierta!
