Las calles de Ocoa se abarrotaron de personas y vehículos
cada día y noche, desde el mismo once hasta el 21 en la noche. Creo que no
tiene precedentes la afluencia de público a estas fiestas patronales.
No creo que tenga precedentes tampoco el consumo de drogas,
bebidas alcohólicas, el ruido, el derroche de basura, perversión y otras
acciones paganas.
Ahora que terminaron las fiestas, reflexionemos y saquemos
balance sobre las ganancias que obtuvo el pueblo ocoeño con estas fiestas. Pregúntese,
¿qué ganamos? Sabemos que las fiestas son el negocio de unos cuántos, pero como
pueblo, ¿cuáles fueron las ganancias? ¿Cuáles fueron los aportes de estos nueve
días al desarrollo espiritual o económico del pueblo?
¿Recibió Ocoa algún beneficio en términos formativos,
educativos, filosóficos, científicos, espirituales o morales? ¿Qué aprendieron
nuestros niños y jóvenes de las actividades desarrolladas durante las fiestas
patronales?
¿Cuáles actividades hubiera incluido Jesucristo en el
programa de estas fiestas para la sociedad de este tiempo?
Sabemos que estas fiestas patronales no serán las últimas
desarrolladas en Ocoa, por lo que quisimos dejar esta humilde reflexión en
manos de las autoridades actuales y líderes de la provincia.
Creo que aún estamos a tiempo.
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