El mayor esfuerzo, nuestra mayor
preocupación, todo nuestro empeño, todo nuestro sacrificio debe estar enmarcado
hacia la búsqueda, mantenimiento, promoción y preservación de la paz.
La
paz en el hogar, en el trabajo, en las empresas, en la sociedad y en todas las
acciones que se desarrollan en la vida hace falta que estas estén enmarcadas
por un ambiente de paz.
La
paz no es solo tranquilidad, sosiego, armonía, seguridad, sino que la paz es
también salud. La mayor contribución que le podemos hacer a nuestra salud es
desarrollarnos en un ambiente de paz.
Pero
no basta rezar: hacen falta muchas cosas para conseguir la paz…
Donde
no hay pan, donde no se respetan los derechos humanos, donde no impera la
justicia, no puede, no cabe la paz. Por más que se promueva este valor a través
de discursos y hermosas teorías, la paz pasa primero por el respeto al derecho
ajeno.
No
estamos en contra del nuevo mensaje de la iglesia católica de Ocoa, pero
creímos que la frase lapidaria PAZ, PAZ, PAN, que ya formaba parte del folklore
de esta hermosa provincia, al menos por el vínculo con la historia ocoeña,
sería respetada.
Las
autoridades eclesiásticas de Ocoa no tienen ni tendrán jamás, una justificación
para desprender este mensaje que es parte del legado del más grande líder de la
iglesia católica en Ocoa y toda la región.
Somos
amantes de paz, somos fervientes enemigos de la violencia y la guerra. Cristo fue
exactamente eso: amor, justicia y paz.
Por
favor devuélvannos este mensaje rebelde del cual solo nos quedan los recuerdos.
No intenten borrar nuestra memoria histórica, nuestra identidad. En nombre del
Padre Luís, en nombre Cristo Jesús, les suplico, promovamos la paz y el pan.
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