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martes, 28 de agosto de 2012

CAMINANDO CON LOS PIES PARA ARRIBA



El pasado 19 de junio del 2012 un grupo de instituciones públicas de San José de Ocoa arribaron a un acuerdo para RECUPERAR LA CIUDAD. Entre estas instituciones se encuentra la Fiscalía de Medio Ambiente, la Procuraduría Fiscal, la AMET, la Policía Nacional y la Alcaldía del municipio, quien la preside.
Mucha gente se frotó las manos de alegría al conocer la información, pues hablar de recuperar la ciudad de las manos del narcotráfico y consumo de drogas es el anhelo del pueblo ocoeño, desde hace varias generaciones.
Recuperar la ciudad de la delincuencia, la vagancia y el desorden es una labor loable a la que nadie se opone.
Ocoa tiene más puntos de drogas, bancas de lotería y deportivas que escuelas. Se practica más la delincuencia que el deporte. Y una gran cantidad de la gente deambula por las calles ansiosa de conseguir un empleo.
El desempleo y la vaganza es tan alta que una de las mayores fuentes de la economía es la informal. La gente se la busca de acuerdo a sus posibilidades y a su creatividad. Proliferan por doquier los tarantines, ventorrillos, paleteros, vitrinas, mercado de pulgas, motoconcho, entre otras.
Pero por mala suerte para los lectores y el pueblo en general, estos elementos cruciales para el desarrollo de Ocoa, no son partes de la agenda de los que se proponen RECUPERAR LA CIUDAD. La recuperación consiste en mandar a su casa para que se mueran de hambre a un grupo de padres y madres de familia, que solo disponen de esta forma de vida para subsistir en este mundo injusto. Serán desalojados a partir del 30 de agosto, porque arrabalizan la ciudad.
No importa si se mueren, si sus hijos se ven obligados a abandonar los estudios, si se enganchan a delincuentes. No importa. En este caso lo que importa es ver la ciudad más linda.
Se les olvidó a las autoridades que no existe sobre el planeta nada, ningún ser más hermoso que el ser humano. Ni la ciudad, ni el campo, ni el paisaje, ni las calles. Lo más bello es la gente caballeros.
Qué pena que nuestras autoridades anden de cabeza, con los pies para arriba.

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