República
Dominicana vive un momento estelar. Mientras por un lado se recrudecen los
males y el deterioro de los servicios para el pueblo que trabaja, por el otro
las autoridades, con algunas señales positivas aunque de forma, siguen gobernando
de espaldas a los intereses del pueblo, acumulando fortuna por todos los medios
a su alcance. La corrupción y la impunidad caminan de la mano; lo mismo la
inseguridad y la complicidad con la delincuencia. El caos, la incertidumbre, la
desesperanza parecen adueñarse del escenario de la gente noble de nuestro
pueblo, pero aunque lo parezca, esta no es la realidad dominicana.
Hay otro
escenario más venturoso y esperanzador: el dominicano es un pueblo valiente,
luchador, sensato. La mayoría de nuestros jóvenes, de nuestro pueblo trabajador
es sano y cree en la construcción de una sociedad distinta a la que nos han
impuesto. Por más que nos quieran obligar a pensar lo contrario, la mayoría de
este pueblo apuesta por un cambio social que revierta todo este orden que
reproduce la injusticia y el desorden.
En el aspecto
político, los partidos que nos han engañado tantas veces, están sacudidos por
una fuerte crisis interna. Su base le está exigiendo participación, democracia,
valores, proyectos de desarrollo para las comunidades, formación política,
acciones ejemplares, volver a sus principios. Rechazar la imposición, el
clientelismo, el caudillismo, las viejas prácticas politiqueras.
Todo el
continente está sacudido por una vorágine que explosiona y exige a gritos
cambios.
Se
avecina un escenario importante en los próximos años. Una gran oportunidad para
el pueblo dominicano se acerca. Debemos aprovecharla.
El nuevo
e innovador proyecto político Alianza País, fundamentado en los valores más
sanos de la política criolla, vuelve sus pasos tras los principios del fundador
de la República, el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, para conjugar sus
valores y enseñanzas con la realidad cotidiana actual, con miras a la
construcción de un Gobierno Honesto. Su proyecto de nación es la refundación de
la república duartiana en la política, la economía, las artes, el deporte, la
educación, la salud, la producción de bienes y servicios, las relaciones
internacionales, la justicia, la equidad de género. Este proyecto de nación
concibe que el centro del poder reside en el pueblo y no en el gobierno, ni
mucho menos en una élite económica. Concibe que la política es una ciencia que
debe estar al servicio del desarrollo de las naciones y no debe ser una
oportunidad para hacer negocios particulares ni con grupos partidarios o
económicos.
El pueblo
dominicano, pese a los grises nubarrones que ve por su ventana, debe sentirse
contento y optimista de cara a los próximos años. Un Gobierno Honesto es
Posible.
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