Revisemos nuestra forma de tomar las decisiones en las
instituciones donde trabajamos, en las organizaciones sociales, en la familia. Pongámonos
en el lugar de ellos y observemos si le estamos limitando su potestad para
opinar, participar, decidir. Democracia no es más que permitirle a los otros
que puedan participar y decidir en un ambiente libre de manipulación, sobre
cualquier aspecto importante. Nadie tiene potestad para decidir ni imponerse por
encima de los demás.
La democracia es sinónimo de igualdad de
oportunidades. Democracia no es solo opinar. Democracia es participar. Participar
es tomar parte en las decisiones. Democracia es conocer de lo que se hace o se
pretende hacer, para participar y decidir. Democracia no es solo votar. Democracia
es elegir y tener el poder de destituir al que nos falla. Obsérvese, analícese
a ver si usted que habla de democracia, propicia la democracia en sus espacios
cotidianos.
La democracia solo es posible donde existe igualdad. Donde
no existe la gran diferencia entre los grandes ricos, que siempre son un
puñito, y las mayorías pobres. En las sociedades en que se da esta situación
jamás se practica la democracia, sino la manipulación o la imposición. Siempre el
poder de los grandes ricos tendrá su influencia en las decisiones. La democracia
no puede excluir, debe propiciar la participación mayoritaria y transparente.
Mucha gente se autodenomina demócrata. Supuestamente luchan
por la democracia, pero actúan como dictadores y autócratas, tanto en la
familia, como en las organizaciones e instituciones en que hacen vida. Cuando usted
cree que tiene la razón, entonces es cuando cae bonito brindarle la oportunidad
al otro para que se exprese y defienda. Permítale hablar. No le impida
participar. Escúchelo sin prejuicio que donde esté la verdad, se impondrá la
razón.
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