Cada vez que entras en contacto con cualquiera de los medios de comunicaciòn dominicanos estàn inundados de noticias referentes a violencia, muerte, lavado de dinero, narco, estafas, asaltos, corrupciòn...
No es raro encontrar tambièn en ellos denuncias de vìnculos entre la mayorìa de estos hechos y alguna entidad estatal, especialmente aquellos organismos que deben velar por la seguridad ciudadana.
Un Estado de cosas en el que la Direcciòn Nacional de Control de Drogas, DNCD, la Marina de Guerra, Policìa Nacional y demàs organismos de seguridad estatales, salen de un escàndalo y se meten en otro, què nos falta para convertirnos en un Narco-Estado?
El Estado dominicano no està en capacidad de enfrentar el flagelo del narco. Sus organismos principales, los que deben hacer la funciòn de enfrentar el mal, estàn ligados a los sectores causantes de esta horrible situaciòn.
Estos organismos estàn maniatados para realizar un allanamiento, requiza, investigaciòn o apresamiento a las grandes mafias que operan en el paìs, muchas de las cuales tienen vìnculos o son cèlulas de redes internacionales. Sin embargo, ante su incapacidad, descargan su saña contra el microtràfico, compuesto mayormente por jòvenes y menores de edad provenientes de sectores humildes, los cuales distribuyen o consumen pequeñas porciones de estas sustancias, hacen pequeños robos, etc. (Sin querer con este comentario justificar el daño que causa esta acciòn).
Por què vìa entonces el Gobierno combatirà este flagelo? A travès de cuàles mecanismos se frenarà esta desgracia? Què sociedad les espera a las nuevas generaciones? Està el Gobierno realizando alguna acciòn para ponerle el cascabel al gato? Los gatos estàn de su cuenta cuidando el queso.
Esos organismos estàn descalificados para realizar la funciòn para la que fueron creados. Hay que desmantelarlos y sobre sus cenizas crear otros que respondan a la solución definitiva de esta espantosa situación.
Nadie confìa en ellos. Ningún ciudadano ve garantìas suficientes en ninguno de ellos como para confiarle una denuncia delicada, pues la experiencia vivida por la poblaciòn es que luego de formalizar una denuncia o confiar una informaciòn a un agente, antes de actuar, instruyen a los mafiosos para que se protegan tanto del denunciante como de los organismos competentes y para justificar su desempeño, confunden a la población con titulares de película, con falsos espectáculos en los que día tras día los inocentes son las víctimas.
Esta reflexión no puede pecar de radical, involucrándolos a todos. Usted sabe al igual que yo, que los malos son menos en todas las esferas de la sociedad y las instituciones, pero en este caso los malos ocupan los puestos más privilegiados jerárquicamente. A medida que se eleva el puesto la podredumbre es mucho mayor. La base de la pirámide siempre se conserva más sana, por temor a perder el puesto, porque tiene sabor a pueblo y teme darle malos ejemplos a su familia o porque dispone de menos mecanismos para permanecer impune luego de realizar el hecho.
Nuestra reflexión pudiera pasar por injusta si no reconociera el estado de explotación, miseria, abusos, maltrato, humillación e inseguridad a que están sometidos los agentes que quieren trabajar con honestidad. A pie, mal armados, sin vivienda, mal pagados, sin incentivos. Laborando ante una situación enigamática, pues a la hora de actuar frente a un caso cualquiera, si actúa con honestidad, no sabe cuál será la reacción de su superior, en caso de estar vinculado a los convictos; o si actúa con inmoralidad, en caso del superior ser una persona limpia. Soportando órdenes en ocasiones de corruptos, ineptos, criminales, enganchados, renegados...
Hacemos un llamado a los agentes de todas estas instituciones a no dejarse llevar por el afán de lucro, a ser más humanistas, a pensar en la Patria, en la familia, en sus hijos. A no dejarse provocar ni corromper. Que se pongan al servicio de la nación y cada día desarrollen acciones de las que todos quedemos admirados. Que contribuyan al proceso de cambios inevitables y pacíficos por los que transita nuestra gloriosa República Dominicana.
El Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó no fue un santo, sin embargo terminó lleno de prestigio y honor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario