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lunes, 30 de julio de 2012

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domingo, 29 de julio de 2012

LOS BUZOS DE OCOA


Que tristes viven los niños, en las casas de cartón.
Casi nadie en Ocoa sabe que hay un ejército de niños que viven y mantienen la familia con los desperdicios de vertedero de El Pinar.
 
Día tras día esos pequeños, entre los 8 y 11 años, se trasladan desde la comunidad de La Aguita, lo refugios y otros lugares de este municipio.
 
De acuerdo a versiones de ellos mismos, algunos viven con su padre o su madre y otros viven solos. Sus padres se dedican al trabajo agrícola en los campos y ellos permanecen solos, desamparados. 
 
Los entrevistados no estudian y andan en busca de metales viejos para venderlos y poder sobrevivir.
 
Lo triste no es solo leer esta descripción. Lo terriblemente lamentable es que no se vislumbra una solución en lo inmediato. Además no hay una institución a la cual acudir que le garantice un cambio en su desgraciada vida.
Se condena mucho el trabajo infantil en República Dominicana y en Ocoa, pero no se hace nada para prevenirlo, mucho menos para acabar con esta triste realidad.
 
En un país donde los niños son tratados de esa manera el futuro es poco esperanzador. Los talentos y habilidades de estos se atrofiarán olvidados e ignorados por las autoridades y la sociedad.
 
Hay que ponerse en el lugar de ellos y pensar el sufrimiento, el hambre, las necesidades que estos pasan conviviendo cada día con la inmundicia que todo el mundo desprecia y echa al zafacón.
 
Es hora de pensar seriamente en trabajar por un cambio real, para que estas dramáticas historias no haya que contarlas.

LA RESISTENCIA, VALOR HUMANO


Nuestra sociedad necesita de personas que desarrollen el valor de la resistencia. Hoy más que nunca debemos tener el valor de resistir aquello que nos limita la libertad y nos oprime el espíritu. Tener resistencia es lograr mantener su posición ante la de los demás, pese a las calumnias, presiones y maniobras. En la actualidad pocas personas resisten ante las innumerables tentaciones que les rodean, ante el poder de la delincuencia y los poderosos del poder y el dinero.
 
Cualquiera habla bien y bonito un día. Un día cualquiera habla claro, pero hablar claro todos los días, es un gran reto que solo se logra con una ferviente resistencia. La presión psicológica a través de llamadas y mensajes tentadores con regalos y ofrecimientos es muy frecuente en estos medios. Es asunto de resistir para mantenerse firme al lado de la gente que espera cada vez una actuación más coherente. Un día cualquiera queda bien. Un día cualquiera es un buen trabajador. Lo bueno es resistir y serlo toda la vida.
 
Es un deber de la familia, los líderes comunitarios y las autoridades demostrar que practican el valor de la resistencia, aunque el tiempo pase y las circunstancias cambien. Compromiso es compromiso y palabra es palabra. Enseñarle a las nuevas generaciones con nuestro accionar cotidiano que se puede resistir las tentaciones que ofrece la vida, ante la delincuencia, la vida fácil, el derroche de placeres y lujos, la droga y la corrupción, es un deber patriótico y humano al que debemos darle cumplimiento.
 
Resistir para evitar la relación indeseable. Para evitar caer en el gancho que te preparan los que tienen mal corazón. Para mantener la moral y el prestigio en alto. Para seguir dando la cara ante la gente, es necesario resistir. Para practicar el valor de la resistencia es necesario tener una gran formación moral que sirva de coraza contra las tempestades que soplan constantemente contra tu integridad. Una práctica una práctica sana y constante de moral y buenas costumbres ayuda muchísimo a fortalecer la resistencia en la sociedad actual.
 
Para mantener una actitud crítica y una posición firme y coherente en la política y la sociedad, es necesario cultivar el valor de la resistencia. Sabemos que no es fácil resistir un maletín abierto con papeletas de miles de pesos o dólares, sin importar si vienen del narcotráfico, del crimen o la corrupción. Solo puede resistir aquella persona que asume un compromiso con su pueblo, con la familia, especialmente sus hijos o padres y con la sociedad. Hay que tener mucha vergüenza para resistir ciertas tentaciones.